Un recorrido a través de 3.300 millones de años y cuatro continentes
hasta llegar a las manos de una mujer

Los antiguos griegos creían que los diamantes eran fragmentos de estrellas. Algunos de ellos incluso decían que eran las lágrimas de los dioses. Otra leyenda habla de un valle inaccesible en Asia central alfombrado con diamantes, del que se decía que estaba protegido por aves de rapiña en el cielo y por serpientes venenosas en la tierra. Sin embargo, la verdad es que el origen exacto de los diamantes todavía es un misterio incluso para científicos y geólogos.
El diamante es la gema más dura conocida por el hombre y, sin embargo, la más simple en su composición, tanto como el grafito de un lápiz: carbón común.

Pero no se rompe tan fácilmente. Su punto de fusión es dos veces y medio más alto que el acero, hacen falta aproximadamente 4.000 grados centígrados para fundir un diamante. Hace millones de años, dos fuerzas elementales como el calor y la presión transformaron milagrosamente el carbón en diamante, dentro de las calderas de magma hirviendo que se encuentran a grandes profundidades bajo la superficie terrestre. Esa nueva masa volcánica empujó los diamantes hasta la superficie de la Tierra para acabar enfriándose y formar chimeneas de Kimberlita o conductos de Lamproita, el lugar donde en la actualidad se encuentran la mayoría de los diamantes.

¿Por qué son tan valiosos los diamantes?

Todo lo extremadamente escaso se convierte en valioso. Los diamantes, formados hace millones de años, lo son porque muy pocos sobrevivieron al largo viaje desde las profundidades de la tierra hasta su superficie. De hecho, aunque su producción ha aumentado en los últimos años, sorprende conocer la cifra que se ha conseguido extraer a lo largo de la historia, sólo unas 500 toneladas. Y aún esa cifra está muy lejos de ser útil. Aproximadamente un 50 % se considera calidad de gema y aún menos unidades son lo suficientemente grandes para que merezca la pena tallarlas. Entre los elegidos, pocos alcanzarán un tamaño superior al de la cabeza de una cerilla.

Obtener una cantidad relativamente pequeña de gemas de calidad, así como diamantes industriales, no es fácil, incluso con la sofisticada tecnología actual. Hay que extraer mucho mineral de una chimenea de Kimberlita para obtener un diamante con la calidad de gema. En donde sea posible, se tendrá en cuenta la forma en la que se elimine la gran cantidad de material de desecho que se produce, de tal manera que no dañe el entorno.

La gema más internacional

Antes de llegar a las manos de una mujer, un diamante probablemente pasará por cuatro continentes y por las vidas de cientos de personas. Hábiles artesanos han de adquirir una gran especialización para llevar a cabo el complicado proceso de extracción y pulido de un diamante.
Aunque los diamantes se extrajeron por primera vez en la India, hace 2.800 años, la industria moderna nació con los descubrimientos de Sudáfrica a finales del siglo XlX.
Hoy en día, en cuanto a volumen, sólo 6 países son los ­producto­res más importantes y principales abas­te­ce­do­res mundiales de diamantes en bruto, responsables del 90% de la pro­duc­ción y talla.

Principales países productores:
Australia, Zaire, Botswana, Rusia, Sudáfrica y Namibia.

Principales centros de talla:
India, Israel, Amberes y Nueva York.

Otros países donde se tallan diamantes:
Alemania, Australia, Bostwana, Brasil, China, C.I.S., Corea del Norte, Corea del Sur, Filipinas, Gran Bretaña, Haití, Holanda, Hong Kong, Indonesia, Isla Mauricio, Japón, Malasia, Malta, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Sri Lanka, Sudáfrica, Thailandia, Taiwan, Tanzania, Túnez y Vietnam.

El diamante símbolo perdurable del amor

Hasta el siglo XV sólo los reyes eran dignos de llevar diamantes como símbolo de su fuerza, valor e invencibilidad. Sin embargo, a través de los siglos el diamante adquirió su condición de regalo esencialmente identificado con el amor. De hecho, se ha llegado a decir que las flechas de Cupido estaban rematadas por diamantes lo cual las dotaba de una magia inigualable. Desde tiempos remotos, los diamantes han sido asociados con el romance y la leyenda. La misma palabra “diamante” proviene del griego “adamas” que significa inconquistable y hace referencia a la eternidad del amor.

Para millones de personas en el mundo, ese fuego, misterio y magia, la belleza y el romance que se desprenden del brillo de un simple solitario expresa todo lo que el corazón siente pero que las palabras no pueden manifestar. La tradición de las sortijas de compromiso con diamantes no nació hasta el año 1477, cuando el Archiduque Maximiliano de Austria le regaló a María de Borgoña, una sortija de diamantes. La razón por la que las mujeres los llevan en el dedo anular de la mano izquierda data del tiempo de los egipcios, ya que éstos creían que la “vena amoris”, vena del amor, iba directamente desde el corazón hasta la punta del dedo anular de esa mano.

La costumbre de regalar alianzas de aniversario o sortijas con diamantes sugiere la frase: “mi amor acabará allí donde acabe el círculo”, está creciendo entre jóvenes parejas durante los primeros años de su matrimonio, construyendo un símbolo único de reafirmación de su amor. Asímismo, las bodas de plata son la ocasión que ha inspirado la creatividad de los diseñadores y subraya la brillantez de la felicidad al existir un matrimonio lleno de amor.

Cómo se saca a la luz la belleza de un diamante

Un diamante sin tallar se parece tanto a un guijarro que la mayoría de la gente pasaría por su lado sin ni siquiera fijarse en él. Sólo la habilidad del tallador libera la belleza salvaje que esconde su interior. Los conocimientos que requiere este arte son tan extremadamente preciosos y exigentes que a menudo y a través de los siglos pasan de generación en generación. El tallador no se puede permitir una equivocación ya que echaría todo a perder. No sólo peligraría el diamante en si mismo, que perdería parte de su valor, sino el trabajo de meses, ya que ese es el tiempo necesario para el tallado y pulido de un diamante. Es interesante saber que durante ese laborioso proceso cada piedra perderá una media de su 50% de su peso original.

La belleza de un diamante depende también de la forma en que refleja la luz. El tallador debe encontrar la manera de cortar la piedra de modo que deje entrar la luz por su extremo superior, para que rebote en el interior y vuelva a salir por el mismo lugar por el que entró. Así se refleja la mayor cantidad de luz posible y el diamante centellea y brilla con todo su esplendor.

Los lugares donde se ex­traen los diamantes y aque­llos en donde se hallan los artesanos cualificados pue­den estar separados por miles de kilómetros, por lo que la industria del dia­man­te se considera ver­da­de­ra­mente in­ter­na­cio­nal. Hay muchos centros de tallado en todo el mun­do, pero los más importantes son de Nueva York, Amberes, Is­rael e In­dia, el mercado de diamantes es muy im­por­tan­te para estos países. Sólo en la India hay 750.000 personas que tra­bajan en esta industria. En Israel trabajan alrededor de 4.000 personas en un ne­go­cio que genera aproxi­ma­damente el 25% de los be­neficios totales de la ex­por­tación del país.

La forma o talla de un diamante

El arte y la habilidad del diseñador de joyas

El diamante, después de ser tallado y pulido, pasa al fabricante de joyas y a su equipo de diseñadores y artesanos, quienes crearán los engastes que hagan resaltar al máximo los diamantes. Probablemente utilizarán metales preciosos, tales como el oro y el platino, que contrasten de forma perfectamente adecuada con la gélida belleza de la gema más preciosa de la naturaleza.

La gama de diseños de joyería para diamantes es tan amplia que sería extraño que su joyero no pudiera mostrarle una pieza que concuerde con su gusto y estilo de vida. Hoy en día usted podrá elegir desde las piezas más recargadas que le brinden un cúmulo de brillo, rodeado de piedras más pequeñas, hasta aquellas más sencillas en las que un diamante o dos son el centro de atención. No obstante, cualquiera que sea el que escoja, los diseños modernos ensalzan y destacan el fuego casi mágico y la fascinante belleza de los diamantes. Una innovación más reciente que ha avivado e inspirado la creatividad de los diseñadores es la de los diamantes para hombre. Por ello, cada vez más hombres se dan cuenta de que los diamantes realzan y se adaptan perfectamente a cualquier forma de vestir, tanto formal como informal.